Todos somos tozudos como una mula a la hora de defender nuestra identidad.
No es tan fácil desprenderse de ella, NI AUNQUE QUERAMOS.
El caso es que muchos ya estamos hartos de sufrir debido a nuestra identidad y tenemos que luchar para desprendernos de ella.
Mientras uno no sufra lo suficiente, no sólo no hará nada para cambiar su identidad sino que la defenderá con uñas y dientes; es cuestión de vida o muerte.
Pero cuando la identidad que arrastramos nos trae más muerte que vida, el cambiarla también se convierte en una cuestión de vida o muerte.
La clave tal vez no sea cambiar de un "yo como objeto" a otro; la clave consistiría en descansar o depositar nuestro centro de gravedad en el "yo como experiencia".
domingo, 10 de julio de 2011
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